El TLP tiene una comorbilidad variada y amplia, pudiendo presentarse junto a otros trastornos mentales. También pueden mostrar cierto origen, una etiología compartida, complementándose e interrelacionándose.
Parece que hay evidencia significativa sobre la asociación entre la presencia de parasomnias y el trastorno límite de la personalidad. A su vez, cada uno de los trastornos, tiene comorbilidad asociada de forma independiente. Entre las parasomnias más frecuentes están las pesadillas y los terrores nocturnos. De momento no se conoce un tratamiento específico que sea totalmente efectivo. El tratamiento va más encaminado hacia una mejoría sintomática.
Hay una conexión establecida entre TLP y trastornos disociativos con pesadillas. EL TLP también se asocia a una mala calidad del sueño, con dificultad en su conciliación y mantenimiento, así como a sueño superficial no reparador y parasomnias.
Se cree que alrededor del 50% de personas con TLP presentan algún problema relacionado con el sueño. El mecanismo por el que se presentan estas alteraciones aún no es bien conocido. Se sabe que hay una reducción de la latencia del sueño REM y una densidad REM aumentada durante el primer período REM. Además, se produce un aumento de despertares y una reducción de la eficiencia del sueño.
Las parasomnias son activaciones de algunos sistemas fisiológicos como el sistema nervioso vegetativo, el sistema motor o el de los procesos cognitivos, en momentos inapropiados del ciclo sueño-vigilia. Hay varios tipos de parasomnias: pesadillas, terrores nocturnos, sonambulismo, movimientos periódicos de las piernas, bruxismo, enuresis nocturna, despertares confusionales, somniloquia y el ronquido primario.
El trastorno de pesadillas y el trastorno del despertar del sueño no REM con terrores nocturnos, se asocian a pacientes con TLP. Las pesadillas son ensueños desagradables, angustiosos, espantosos que despiertan al individuo al final de la noche, durante la fase del sueño REM. A la mañana siguiente, el paciente recuerda el contenido del sueño.
En cambio, los terrores nocturnos son despertares bruscos precedidos por gritos, llantos o sensación de pánico, acompañados de signos vegetativos. A diferencia del trastorno por pesadillas, suelen tener lugar en el primer tercio de la noche, durante la fase del sueño no REM. Al día siguiente, el paciente no suele recordar nada de lo que ha sucedido.
Las parasomnias también se dan en otras patologías con desregulación emocional y con elevada ansiedad, ambas presentes en pacientes con TLP. También se ha demostrado que están asociadas a experiencias infantiles traumáticas, como maltrato, abuso sexual, separación maternal…
Es muy importante tratar las parasomnias por la gran repercusión clínica que tienen en los pacientes que tienen mayor dificultad para tolerar el malestar. Sobre todo, en aquellos con rasgos de TLP, dado que pueden llegar a autolesionarse con el objetivo de calmar la ansiedad que le causan las pesadillas.
BIBLIOGRAFIA
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