Es importante reflexionar acerca del precio que se paga por pasar la noche sin dormir, (en mayor medida si se agrega sustancias estimulantes para “poder aguantar”) o no dormir de manera adecuada.
El descanso es el tiempo destinado a compensar el esfuerzo hecho durante el día, que permite al organismo equilibrarse a nivel psíquico y físico de las actividades diarias. Debe ser lo suficientemente largo para que pueda restablecer el equilibrio y alejar la fatiga, y no tan largo que abotargue las funciones al día siguiente.
Durante el sueño se cumplen dos funciones fundamentales:
– Restauradora: permitiendo recuperar energía e integrar las nuevas informaciones y experiencia.
– Adaptativa: la cantidad y calidad de sueño es directamente proporcional a la calidad de vida ya que permite la continua adaptación (bio-psico-social) del individuo.
Dormir mal produce somnolencia, cansancio, fatiga, e incluso, dolores en las extremidades, influye en la falta de reflejos, dificultad para concentrarse, disminución de la memoria y la atención, todo ello contribuye a nivel emocional que aparezca nerviosismo, irritabilidad, labilidad emocional e incluso agravar posibles trastorno o enfermedades.
Existe una clara relación entre la cantidad y calidad de horas de sueño y la esperanza de vida. Así, se observó que, al cabo de cinco años, la mortalidad era más alta en las personas que
dormían muy pocas horas en comparación con las que dormían un número mayor de horas.
Y recuerda pasamos un tercio de nuestras vidas dormidos y puede que sea el tiempo en que nos sentimos más libres.
Dulces sueños
Escrito por: Victoria Borrego Espárrago | Responsable taller “Activa tu salud”