Los disparadores emocionales llamados comúnmente triggers son situaciones o acontecimientos de la vida cotidiana.
¿Qué generan?
Estos disparadores generan reacciones emocionales desproporcionadas de manera automática, acompañadas de una sobreactivación a nivel fisiológico. Esto sucede porque suelen activar recuerdos de la memoria traumática que no están procesados o integrados.
¿Cuáles son?
Un disparador emocional puede ser ir en el metro y ver a dos personas mirarte y después reírse y asociarlo inconscientemente con recuerdos del bullying sufrido en el colegio, puede ser que alguien te toque o se acerque demasiado y sin permiso, un olor, una película, ver una noticia sobre una agresión o sobre una tragedia. Un disparador puede ser también un tono de voz elevado y agresivo, una mirada, una risa, que no contesten a un mensaje o que nos den muchas negativas para quedar. Como veis hablamos de distintos niveles de gravedad en función del trauma vivido en etapas anteriores y su procesamiento o no.
¿Qué dificultad presentan?
La dificultad inherente de trabajar los disparadores emocionales es que cuando la persona llega a consulta los desconoce, son la mayor parte de las veces inconscientes y por tanto no sabe como regular todo lo que se genera a continuación de experimentarlo.
Las consecuencias de experimentar un disparador emocional son:
- Aumento de la impulsividad
- Congelamiento o parálisis
- Aumento de los niveles de ansiedad y angustia
- Rabia y/o vergüenza
- Miedo, sensación de inseguridad o de sentirse amenazado, indefensión
- Autolesión o intento de suicidio
¿Cómo se trabajan en ellos?
Por ello lo más importante es trabajar la toma de conciencia sobre lo que le pasa, primero identificando cuales son las emociones y las conductas desencadenadas, ya que es la información más accesible y consciente para el paciente.
A veces utilizamos autoregistros de situaciones de la vida cotidiana porque muchas veces la problemática va asociada también con olvidos o problemas de memoria. Por tanto enseñamos al paciente a revisar cual fue la emoción que sintieron y cual fue la conducta asociada, si sintieron mucha rabia y terminaron haciéndose daño o rompiendo algo, si sufrieron una disociación y se pusieron en posición fetal o se quedaron congelados. Una vez definida esta parte, que muchas veces resulta complicada por la dificultad de estas personas para mentalizar y conocer sus propios estados mentales, se hace un rastreo de situaciones que han podido ser desencadenantes mediante preguntas. ¿ese día recuerdas que pasase algo que te afectó?¿estuviste con alguien?¿que hiciste durante el día? ¿Qué pasó justo antes de encontrarte así?
Conclusiones
Una vez que logramos identificar ciertos disparadores, tenemos un gran margen de maniobra en terapia, porque suelen repetirse, por tanto la persona puede trabajar las asociaciones, hacer consciente lo inconsciente y regularse mejor desde conocer que le afecta. Además de cara al procesamiento de recuerdos traumáticos esto ayudará al paciente a seguir trabajando dianas de recuerdos traumáticos diferentes así como eventos asociados.