Al hablar sobre Trastorno Límite de la Personalidad y su tratamiento, lo más probable es que pensemos en profesionales como psicólogos y psiquiatras, pero algunas veces dejamos por fuera a la enfermería, ¿qué podemos aprender de estos profesionales?
Citando a Maslow y su teoría de la motivación, observamos como las necesidades básicas son la base de la pirámide y según como estas estén cubiertas, va a potenciar que una persona pueda seguir creciendo hacia necesidades de logro, pertenecía, autorrealización… es decir, hacia la autonomía y potencial humano.
Cuáles son…
Apoyándonos en dos teóricas enfermeras M. Gordon y V. Henderson, hablamos de necesidades básicas del ser humano las que constituyen los elementos esenciales del ser para mantener su vida y asegurar su bienestar.
Estas necesidades son comunes a todas las personas, aunque cada cultura y cada individuo las expresa de una forma diferente y varían de forma constante ante la propia interpretación que cada ser humano realiza de las necesidades.
¿Cuáles son estas necesidades? Destacamos el patrón nutricional, sueño, percepción y manejo de la salud, rol- relaciones, sexualidad…
El papel de la enfermera…
La enfermera se posiciona como figura clave para ayudar a la persona que tenemos delante, que sepa cubrir y/o aprender sobre estas necesidades, bien por desconocimiento o porque no es capaz de resolver por sí mismo.
La enfermera figura clave, siempre desde el acompañamiento. Con esto queremos decir que suple hasta que la persona tiene las herramientas suficientes, pero en ningún momento lo invalida: se implica, pero no sustituye y lleva a cabo acciones que disminuyen las molestias de la persona.
Juntos crean una relación enfermera- paciente donde la enfermera percibe la unidad del ser humano que requiere un cuidado.
Esta relación, que provoca cambios en ambos, permite desarrollar su capacidad interpersonal y sus conocimientos, teniendo siempre presente que la relación es temporal y limitada en el tiempo.
Qué acciones lleva a cabo la enfermera para conseguir la autonomía de la persona que requiere un cuidado…
Partimos de la intervención principal y fundamental para dar pie al resto: la presencia. Estar físicamente presentes como elemento de ayuda, con un equilibrio en el que se permita la disponibilidad sin despertar sentimientos de dependencia y regresión.
Escuchar y comunicar compresión por la experiencia vivida, que permitirá llegar a acuerdo para concretar objetivos de salud que se quieran obtener y con ello, también, poder explorar los sentimientos a cerca del plan para conseguirlos.
Escuchar y comunicar juntos los conocimientos que posee sobre su estado de salud y el grado de responsabilidad sobre su estilo de vida, ayudando en todo momento a clarificar creencias y valoraciones erróneas.
Además de mostrar confianza en la capacidad de la persona para que vaya aceptando nuevos retos.
A través de la educación para la salud, se pueden abordar de manera conjunta las necesidades anteriormente citadas, explorar dificultades, debatir y profundizar en todas las partes de salud que no pueden ser cubiertas por sí mismo. A medida que avanza en el taller, las personas estrechan su vínculo permitiendo llevar a cabo el plan, valorando qué objetivos se han cumplido, cuáles no y ver las razones de ello.
Es importante recordar como dijimos un par de líneas atrás, que la relación creada es temporal y limitada, dando por finalizada la misma cuando el paciente consigue sus objetivos. El profesional tiene que saber que es igual de lícito que la persona los ha conseguido porque desarrolla una autonomía y es capaz de cubrir sus necesidades o porque no quiere cambiar en esa área de su vida, debemos respetar su responsabilidad y dar valor en todo momento a su unicidad y proyecto vital.
Pregunta en AMAI-TLP cómo puedes tú también beneficiarte de la enfermería en el Taller ‘Activa tu Salud’.
Escrito por VICTORIA BORREGO ESPÁRRAGO (Enfermera y encargada del Taller ‘Activa tu salud’ que se imparte en AMAI-TLP)